El mundo se conmocionó ayer ante el atentando brutal sufrido por caricaturistas franceses por parte de lo que supuestamente serían extremistas islámicos, que según relatos salieron gritando "Alá es Grande" una vez perpetrado el atentado.
De allí en más, un maremoto de indignación y miedo se apoderaron de la sociedad francesa en particular y del mundo libre en general. Los franceses se empezaron a mirar con recelo, las murallas ya levantadas entre musulmanes y el resto aumentaron su grossor y los grupos radicales, enemigos de la diversidad empezaron a cavar sus trincheras.
Y eso es lo trágico de todo este asunto, no son los musulmanes los que están felices con está situación, pues saben que van a tener que sufrir una marginación aún mayor de la que ya sufrían en Europa, son los extremistas de derecha, liderados por Marine Le Pen y otros xenófobos quienes van a sacar ventaja política de este hecho.
Sabemos que el Islam es una religión que se expande por todo el globo y cuyos fieles se someten más a las leyes religiosas que a las leyes laicas y republicanas, por ende la frágil línea que separa la convivencia pacífica de la barbarie está a agresiones de distancia.
Lo que realmente preocupa, es que está guerra entre civilizaciones las van a pagar gente de todas las minorías, por no pertenecer ni al mundo islámico ni al europeo. Esa gente que está trabajando día a día para poder mejorar su calidad de vida y de vivir en un mundo con menos murallas, va a tener que someterse a vejámenes mucho más rigurosos que los que hasta ayer estaban padeciendo.
La Francia Republicana está en peligro, el islamismo radical y el fascismo extremo van a comprimir en sus muros de irracionalidad e intolerancia a todos aquellos que no tengan nada que ver con su guerra..