Gotas de noviembre
seca la tierra de día
moja el cielo de noche
Desnudar el alma para crear
Recorro los pasillos buscando la salida
pero no encuentro las llaves que abran las puertas
encerrado en el baño, me encuentro frente al espejo
y lloro amargamente, no reconozco mi rostro
¿a dónde he ido? Mi piel ya no oculta el vacío
en el que me he convertido,
Los muertos en mi placard me señalan y acorralan
todas las noches, en vela, en medio de la oscuridad
las sombras bailan con hipnotizante ritmo
ya no tienen pudor, yo tengo pudor
los pasillos son de ellas, transitan y habitan en la penumbra
y yo, allí, sin salida, atrapado por el ayer, sin un futuro
en el que refugiarme, desnudo e impuro.
Me perdí en mi propia negación.
Ya no está el redentor para abrigarme.
Dedos desobedientes, no acatan la orden de no escribirte.
El deseo y el ansía por conocerte, por leerte y en algún lugar verte
Me gustaría descifrar tus miedos y la causa de tu indiferencia.
Mientras tomamos un café, saboreado con nuestra conversación
Desabrigado, encerrado en una caja con la única opción, consumir.
Embargado por el deseo corrompido de tener antes que ser.
Pasa la vida en forma de muerte prematura.
A veces me infiltro en tus escritos para saber que dice tu corazón,
no porque vuelva a renacer algo en mí por vos, sino porque
es el amor por el amor en sí mismo, leer la sabiduría de tus versos
sublimar las emociones en su estado puro, lograr entenderme,
algo que vos ya hiciste años antes que yo, y con el don de poeta
plasmaste en textos la naturaleza humana con precisión
volver a tus versos me redescubre, fuiste el pilar de mi reinicio
el cimiento que construyó en mí la visión de la vida no como
la suceción irreflexiva de hechos, de cotidianeidad,
sino como un lienzo inagotable de esperanzas y de nuevos amaneceres
me arrepiendo de haber sido inmisericorde contigo,
es un karma que no me deja de atormentar, pero como la vida se encarga
se encargó de mí y pasé por pasillos de fuego y oscuridad para entender
que en tus versos están como un bálsamo, las palabras que alivian mi alma
un alma atormentada, pero en busca de su redención final.
El pan con el sudor se ganará, ahora bien, hay sudores más cotizados que otros
la inquietud material del picador de piedras ¿es menor o mayor a la de un gerente?
incertidumbre cotidiana, queremos el asiento cómodo de lo pretendido
nos rendimos ante el inevitable devenir, asumimos el destino con pasividad
dejamos en manos de Dios, el lugar donde nacemos y el lugar donde morimos
el lugar en donde depósitamos nuestro amor y en donde nuestra frustración
pero algo nos hace sentir perdidos, esa pregunta constante o no
de ¿quo ego vado?, y la respuesta, casi como un susurro, el reproche
¿quo vadis?, que nos interpela, que nos encamina, que nos quita de lo errático
y en medio de un mar de desasosiego, navegamos sobre las profundas aguas del abismo
con la sola ayuda divina que nos envía desde las estrellas, pàra evitar colisionar contra las rocas
día tras día, con la sal en nuestro rostro, en nuestras ropas, izando velas y esperando el viento del Señor
favorable, hasta el último día, hasta sabernos lejos del abismo, hasta cerrar los ojos en busca de salvación.
Gotas de noviembre seca la tierra de día moja el cielo de noche