Recorren las suelas del zapato, se desgastan
como las arenas en la playa, en marea alta
no sé si iré a donde dije que iría, no me encuentro
mi sombra no se reconoce en el tiempo.
Apenas se va el verano con el viento otoñal
y nada cambia en la medida de mis deseos
estáticos entre la memoria y la expectativa
del tiempo que viene y se vuelve a alejar.
Es la lógica de la rutina depresiva
el lunes de café negro con pan
de ómnibus de mala calidad
refritos de noticias sin sustancia.
Allí se va el tiempo el cual
dice que cambia para no cambiar
la arena se desliza entre las manos
de los calvos sin oportunidad.
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